El reto principal del proyecto, además de las exigencias técnicas para la realización de un edificio de consumo casi nulo, era la dualidad de las necesidades administrativas: Por un lado, se buscaba que la mitad de la promoción fuese destinada a viviendas en arrendamiento, mientras que la otra mitad se debía proyectar para venta. Por otro, cada portal se tenía que destinar a cada uno de estos dos modos de vida.
Por ello, se planteó desde un inicio separar completamente los dos usos con accesos independientes en dos portales, uno por modalidad de vivienda, y a su vez dividir también administrativamente las zonas comunes, patios incluidos, para garantizar una correcta escritura de la propiedad de cada vivienda.
Este reto, sumado al objetivo de lograr un edificio de consumo casi nulo, hacen esta promoción única y referente en cuanto a las posibilidades tanto técnicas como administrativas que permite una sola parcela y un solo bloque residencial.
Las viviendas sin embargo siguen un mismo patrón, conectándose entre el exterior y una serie de patios interiores dada la profundidad de la que se partía (25 m). Se recurren a sistemas industrializados, como paneles arquitectónicos, prelosas en los forjados y muros semi prefabricados en sótano, que permiten una rápida puesta en obra. Los huecos exteriores también se prevén como un gran elemento trabajado en taller, que pueda ser trasladado y fijado en obra totalmente terminado.
Se plantean sistemas de aerotermia individual para la colocación de suelo radiante-refrescante y recuperadores de calor con ventilación de doble flujo. Todo ello unido a un tratamiento exhaustivo de la hermeticidad y a elementos de control solar como persianas replegables orientables, hacen que el edificio sea de un muy reducido consumo energético. Para la fase de ejecución, se plantea un importante campo fotovoltaico que acerque al edificio hacia la autonomía energética y sirva de modelo a futuras promociones de índole pública a realizar en Getafe.